domingo, 26 de agosto de 2007

Salmo 23

El Señor es mi pastor, nada me falta.
Por prados de fresca hierba me apacienta.
Hacia las aguas de reposo me conduce,
y conforta mi alma;
me guía por senderos de justicia,
en gracia de su nombre.

Aunque pase por valle tenebroso,
ningún mal temeré, porque tú vas conmigo;
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Tú preparas ante mí una mesa
frente a mis adversarios;
unges con óleo mi cabeza,
rebosante está mi copa.

Sí, dicha y gracia me acompañarán
todos los días de mi vida;
mi morada será la casa del Señor
a lo largo de los días.

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SALMO DE LA MANO DE DIOS

¡Oh Señor!, Tú sostienes con tu mano
todos nuestros momentos, sin cansancio ni olvido: cada instante nos sacas de la nada,
nos haces nuevamente,
concitando las mil casualidades
que hacen que un cuerpo vivo pueda seguirlo siendo. ...Y todo, ¿para qué? Para poder seguir
gastando vida y vida inútilmente,
para dar pasos vanos,
para volvemos contra la mano que nos alza,
para, lo que es peor, olvidarte, y sentados
en tu mano creer que nos lo somos todo.
Mas Tú no te fatigas
y a tus hijos mimados sigues soplando el fuego
sin dormir ni olvidarte del más bajo,
como todos de Ti...
Yeso no solamente es a nosotros
en quienes te contemplas y quizá un dia te amen. Tú sostienes los miles de flores no miradas,
los nos, aves y árboles; las olas y los vientos.
¡Oh, cómo te desvelas atizando la lumbre
de un insecto que pudo lo mismo no haber sido! Acudes de uno en otro:
de la piedra ignorada en el fondo del agua
al gusano que roe su madera,
como si eso pudiera serie contado un día.
Pienso el viento en el mar
clamando en soledad siglos y síglos
-para dejarlo todo lo mismo que al principio ­desde el día que hablaste hasta el que calles,
¡Oh!, ¿cómo no te olvidas siquiera un solo instante, pues que nadie te mira y nada ha de quedar?
Si yo toco una piedra,
Tú me la has sostenido durante miles de años, velando cada día para que hoy estuviese.
¡ y tantas, tantas cosas,
tantos nos corriendo sin descanso,
sin pararse a tomar aliento nunca,
tantos bosques y pájaros sin cesar floreciendo
por si algún dia un hombre los mirase al pasar!
Sí; las cosas renacen de nuevo en cada instante
y ese bullir divino nos las hace ver vivas.
Vivas: o sea, alzadas
en vilo por la mano del Señor,
con temblor de su sangre.
Vivas: o sea, al borde de la muerte,
que se intuye debajo de esa mano,
si se apartara un día.
(En el fondo de vuestro corazón,
¿no teméis de las cosas
que puedan sepultarse de repente en la nada?)
y la mano de Dios también está en la muerte. Sabedlo bien: la muerte no es el olvido súbito
de la mano de Dios, por negligencia
que nos deja caer en los abismos
al quedar separados de su fuente de ser.
Eso no está en su amor.
Ved la muerte; mirad cómo Dios nos la endulza y nos lleva hacia ella de la mano,
cómo nos la prepara antes, igual que un lecho... Ni aun esos que tropiezan con una muerte fiera estaban ese instante dejados de su mano...

Va/verde, M. (362-363)

Salmo 50

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mí sacrificio es un espíritu quebrantado: Un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalen:
entonces aceptarás los sacrificios rituales.
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Salmo 12

“Líbrame, Dios mío, de estos canallas.
Ya no hay personas decentes.
Ha desaparecido todo sentido de humanidad.
Con sus palabras de propaganda, los poderosos oscurecen
nuestra mente.
Se ríen de nosotros.

De sus labios brotan bonitas palabras.
Pero sus pensamientos maquinan la opresión.
Hablan de paz y amenazan con la armas.
Hablan de tolerancia y se refieren a su poder.
Haz que se ahoguen en sus discursos,
en sus palabras bien ponderadas,
pero quieren romper nuestra entereza.
Destruye la arrogancia de su poder
y el cinismo de su dominio.

Habla, Señor:
“Por amor a los oprimidos,
por amor a los cautivos,
yo me alzaré,
yo salvaré
a los que suspiran por la liberad”


Dios mío, tú nos preservarás y nos protegerás
de los malvados y de los dictadores.
Tu serás nuestro apoyo
en medio de personas para quienes nada hay santo.
La infamia se extiende entre los hombres.
Pero tu palabra es fiel,
es luz en las tinieblas”.

* Motivos del salmo 12, LA SOMBRA DEL GALILEO (Gerd Theissen).